lunes, 17 de septiembre de 2018

Vagar.

Y aquí sigo, en el mismo desierto en el que llevo perdido años. Vagando en busca del próximo oasis lejano que perseguir y que, como tantos otros, al alcanzarlo resultará ser otra ilusión más provocada por mi desesperación de encontrarme.

No recuerdo ya cuantas veces me he parado a sentarme, pensar dónde estoy y a dónde me gustaría ir. No recuerdo cuantas de esas veces he aceptado este desierto, y me he quedado observando la desolación del vacío. Llegó a gustarme. Tanta tranquilidad te permite pensar mucho. No obstante, tiene un problema. Cuanto más tiempo pasa mas te afecta el calor, la sed empieza a llegar y aparecen quemaduras en la piel. Esta situación termina afectando a tu forma de pensar. Quizá tomando medidas desesperadas para salvarte, pero de seguro medidas mal pensadas.

Y a pesar de arder intensamente durante el día, las noches no podrían ser más frías.