Despertó
atado a una cama que desconocía, con los ojos rojos y más frío del que
podía soportar. Alguien le había puesto una vía en el brazo derecho a
traición, rompiendole una vena y provocando un moratón verdoso alrededor
de la aguja. Por el conducto que conectaba la vía con un frasco,
situado a cierta altura, corría un liquido trasparente, ¿sería suero?.
La etiqueta que tenía pegada el frasco resultaba ilegible. ¿Qué estaba
pasando? ¿Por qué estaba allí? ¿Estaba enfermo? En su mente se
arremolinaban mil ideas que no lograba que encajasen. Como piezas
mezcladas de distintos puzzles, nada tenía sentido.
Miró a su
alrededor, alguien se habia molestado en decorar la habitación como si
fuera la de un hospital, pero estaba claro que no estaba en uno.
La
habitación era luminosa y bastante amplia, no tenia televisor ni cuarto
de baño. En lo único que se parecía a un hospital era en el gotero, en
un viejo electrocardiógrafo que pitaba a su izquierda y algún que otro
instrumento más. Siguió el sonido del electrocardiógrafo y se encontró
con que tenía compañero de habitación. No lo conocía, pero el largo
silencio entre los infernales pitidos que inundaban la habitación le
daban a pensar que tampoco le quedaba mucho tiempo para hacerlo. En la
pared que tenía en frente habia un marco en el que, al estilo
coleccionista, dormían decenas de escalpelos de diferentes épocas.
¿Qué clase de lugar es este? Pensaba.
Su
cama estaba situada junto a la ventana, pero a través de ella, desde su
posición, tan sólo se observaba un cielo azul cyan por el que volaban
un par de... ¿Gaviotas?
Lo ultimo que recordaba era haberse sentado
en la silla de su cocina, trajeado y con su maletín listo para ir a
trabajar y a su mujer sirviendo un par de tazas de café. Siempre se
tomaban un café juntos antes de ir a sus respectivas oficinas.
¿Sería ella, de alguna manera, responsable de su situación? ¡Él no recordaba haberse puesto enfermo!
A
pesar de todo, no produjo sonido alguno en ningún momento. Ni gritos de
auxilio, ninguna pregunta de las que su mente ansiaba encontrar
respuestas... Nada. Tan sólo aquel intermitente pitido...
No por
mucho. Poco a poco empezaron a sonar leves pasos fuera de la habitación.
Pasos que fueron haciendose más sonoros progresivamente Alguien se
acercaba.
Estaba nervioso, tenía miedo, seguía sin recuperar la voz.
Estaba consternado. De repente, los pasos cesaron, el pomo de la puerta
giró y esta se abrió lentamente.
-Ah, veo que se ha despertado señor
García- Era un hombre, caucasico, estatura media y un par de kilos de
más. Su pelo, el que aún le quedaba, era canoso, pero no daba la
impresión de ser un hombre de más de 30 -Parece ser que no tiene ganas
de hablar, no se preocupe. El quirófano está listo. Está cerca, así que
mejor será que me encargue de anestesiarlo cuanto antes-.
Mientras el
hombre, vestido con bata de laboratorio, le cambiaba el frasco al
gotero consiguió medir sus palabras y pedir explicaciones.
-¿Dondé estoy?
-¿No está claro, señor García? Está usted en un hospital.
-Esto no es un hospital.
-Ni usted es un paciente. Ni siquiera está enfermo.
-¿Por qué hay gaviotas fuera?
-Están mejor ahí que aqui dentro, ¿no?.
-Me refiero a qué hacen gaviotas tan lejos de la costa.
Terminando de ajustar el gotero, esbozó una sonrisa, pero no respondió.
-¿Qué me vais a hacer?
-Tranquilicese-
Respondió mientras empezaba a empujar la cama. A medida que se
acercaban a la puerta el pitido intermitente dejó de serlo- Todo acabará
muy pronto.
Avanzaron por un par de largos pasillos. Ver las
luces de las lamparas pasar estaba ayudando a la anestesia. Cuando
entraron en la zona de quirofanos ya estaba medio dormido.
Pasaban
por más y más salas de quirofanos. Tan solo una cortina cortaba la
visión de algunos, en otros estaban operando sin tan siquiera correrla.
De repente el hombre dejó de empujar la camilla.
-Observa- dijo.
Adormilado,
miró a su alrededor. Habían parado justo al lado de un quirofano en el
que estaban operando. Pero, ¿por qué ese? Se fijó un poco mejor y vió
que estaban sacandole los organos y poniendolos en las tipicas cajas de
trasplantes.
Cuando volvieron a ponerse en marcha consiguió ver la cara de la persona a la que operaban.
-Violet- Murmuró -¿Qué... estáis haciendo... con mi mujer?.
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