jueves, 10 de febrero de 2011

Diario de un visionario más. Fecha 09/02/2037.

    Hace un día hermoso, qué ironía. El sol brilla aunque unas nubes amenazan con darnos más sombra de la que desearía. No sé que hacer, aunque no tengo muchas opciones, es esto o nada. Esto o esperar a que ocurra un milagro; milagro en el que por mi educación de ateo ferviente, no tengo mucha confianza. Tras mucho dudarlo, me decido. Al fin, doy el gran paso.

    Inconscientemente empiezo a contar, 102. Empiezo a notar como el viento se opone a mí a medida que voy cogiendo velocidad, 97, quizás no haya sido la decisión más acertada y esta sea la forma que la propia naturaleza tiene para hacermelo saber, como si intentase devolverme al punto de inicio, pero ya no hay vuelta atrás.
    95... 94...Mi velocidad aumenta exponencialmente mientras por mi mente vagan miles de pensamientos inutiles, hasta que un chip salta en mi cabeza, provocando que mi cerebro decida empezar a recordar lo más insospechado. 90. La primer imagen que se forma en mi cabeza es de mi infancia, más concretamente de una tarde en la playa con mi familia al sur de España, donde nací. Parecíamos tan felices... Mientras mi madre saca bocadillos y refrescos de una neverita azul, mi padre cuenta otro de sus chistes malos mientras mi hermana y yo no paramos de reir jugando con la arena.
    86... 80... 72... Este recuerdo se esfuma tan rápido como vino, dando paso a otro. Y así, uno tras otro llego a mi adolescencia. Vago por naturaleza, parece que la suerte me sonríe y la ley del mínimo esfuerzo hace efecto. Voy pasando curso por curso en el instituto sin estrujarme mucho los sesos y disfrutando del placer que resulta de los primeros amores. “Realmente he sido todo un Don Juan” pienso con media sonrisa pícara dibujada en los labios.
    63... 51... 48. Del instituto paso a la universidad, las mejores fiestas, las mejores chicas, las cervezas más baratas, los retos a chupitos... y los suspensos más impresionantes. Al final pude asentar la cabeza, ponerme en serio con todo y sacarme la carrera. Gracias a mí, ya que las horas y horas que pasé delante de folios, no me las quita nadie.
    43.... 39... 30. Otro recuerdo más aparece como un flash, mi emigración hacia un lugar mejor. Huyendo de la crísis en la que se hallaba sumida España, fijo mi objetivo en Londres. Mi ciudad soñada, mi ciudad predilecta. “Allí” pensaba, “allí nunca estará el futuro tan negro como lo está aquí”.
    28... 24... 20... 16. El siguiente recuerdo me refregaba mi error; 11 de la mañana, estoy leyendo el períodico Londinense gratuito de turno mientras me tomo mi cafelíto de medio día. Solía tomarmelo siempre a esta hora cuando trabajaba para esos snobs del tan famoso buscador de Internet. Ahora no trabajo, apenas nadie lo hace, y con apenas, me refiero a que sólo cobran un salario fijo los politicuchos de siempre. Es más, el café en estos momentos es un lujo para mí, he conseguido vender mi casa, recien pagada, y vuelvo a emigrar, ahora rumbo a New York. En el períodico se lee en el titular: “Último Ejemplar De Nuestro Periodico. El Gobierno Recorta Aún Más Los Gastos Públicos.” junto a otros títulares ya más vistos como “Cuarto mes sin Underground” o “Aumenta la inseguridad ciudadana. Londinenses se lanzan a la calle a robar para subsistir.”
    9... 8...7.. 6. Aún parece que queda algún recuerdo más, en este último me veo por fin feliz en NY, con familia, casa, perro y coche. No soy multimillonario, pero tengo una vida decente. Todo va bien.
    5... 4... Aún me da tiempo a sonreir con un fugaz pensamiento. NY, 1929. 3... 2... 1. Y por fin, todo se acaba.

    Así es. Esta es mi historia. La historia de como una crísis me persiguió por medio mundo, desde España, pasando por Inglaterra, hasta acabar a los pies del gran Empire State Building.

1 comentario:

  1. Buen blog.Te sigo, pasate por mis blogs y si te gustan haz tu lo mismo :)

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